Haces volteretas con el cuerpo y la imaginación para evadir la tristeza.
¿Pero quién te ha dicho que se prohíbe estar triste?
En realidad,muchas veces, no hay nada más sensato que estar tristes; a diario pasan cosas a los otros, a nosotros, que no tienen remedio, o mejor dicho, que tienen ese único y antiguo remedio de sentirnos tristes.
No dejes que te receten alegría, como quien ordena una temporada de antibióticos
o cucharadas de agua de mar a estómago vacío. Si dejas que te traten tu tristeza
como una perversión, o en el mejor de los casos como una enfermedad, estás perdida: además de estar triste te sentirás culpable. Y no tienes la culpa de estar triste. ¿No es normal sentir dolor cuando te cortas?
¿No arde la piel si te dan un latigazo?
Pues así el mundo, la vaga sucesión de los hechos que acontecen (o de los que no pasan)crean un fondo de melancolía. Ya lo decía el poeta Leopardi: “como el aire llena los espacios entre los objetos, así la melancolía llena los intervalos entre un gozo y otro”.
Vive tu tristeza, pálpala, deshójala entre tus ojos, mójala con lágrimas, envuélvela en gritos o en silencio, cópiala en cuadernos,apúntala en tu cuerpo, apúntala en los poros de tu piel. Pues sólo si no te defiendes huirá, a ratos, a otro sitio que no sea el centro de tu dolor íntimo.
Y para degustar tu tristeza he de recomendarte también un plato melancólico:
coliflor en nieblas. Se trata de cocer esa flor blanca y triste y consistente, en vapor de agua. Despacio, con ese olor que tiene el mismo aliento que desprende la boca en los lamentos, se va cociendo hasta ablandarse. Y envuelta en niebla, en su vapor humeante, ponle aceite de oliva , ajo y algo de pimienta y sálala con lágrimas que sean tuyas.
Y paladéala despacio, mordiéndola del tenedor, y llora más y llora todavía, que al final esa flor se irá chupando tu melancolía sin dejarte seca, sin dejarte tranquila,
sin robarte tu tristeza, pero con la sensación de haber compartido esa flor inmarchitable, con esa flor absurda, prehistórica, con esa flor que los novios
jamás piden en las floristerías, con esa flor de col que nadie pone en los floreros,
con esa anomalía, con esa tristeza florecida, tu misma tristeza de coliflor,
de planta triste y melancólica.
Héctor Abad Faciolince
De su libro
Tratado de culinaria para mujeres tristes
Discover Fito Y Los Fitipaldis!
4 comentarios:
hola otra ves
es un muy buen fragmento, me gusto mucho
saludos
Gracias por tu visita y tus comentarios Ananke. Me alegra mucho que te haya gustado el fragmento. A mi me encanta, lo creo muy cierto.
me encantò !!!!!!!!!!!
un placer conocerte !!!!!!
un abrazo
Fede
Hola Fede, Gracias por tu visita y tu comentario. Igualmente un gusto conocerte!
Rocio
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