domingo

Se habla de Gabriel


Como todos los huéspedes mi hijo me estorbaba
ocupando un lugar
que era mi lugar,existiendo a deshora,
haciéndome partir en dos cada bocado.

Fea, enferma,
sentía crecer a mis expensas,
robarle su color a mi sangre, añadir
un peso y un volumen clandestinos
a mi modo de estar sobre la tierra.

Su cuerpo me pidió nacer, cederle el paso,
darle un sitio en el mundo,
la provisión de tiempo necesaria a su historia.

Consentí. Y por la herida en que partió, por
de su desprendimiento
se fue también lo último que tuve de soledad,
de yo mirando tras de un vidrio.

Quedé abierta, ofrecida
a las visitaciones, al viento, a la presencia.

Rosario Castellanos
México

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2 comentarios:

Jaime Plata dijo...

Se utilizan palabras muy crueles, del acontecimiento más hermoso de la naturaleza humana.

Rocio dijo...

Ahhh caballero, tendrias que haber estado encinta para comprender desde donde escribe la autora. Sus palabras exaltan la realidad del embarazo en el aspecto fisico, pero tambien expresan con gran elocuencia la sublime y maxima experiencia que es convertirse en madre.