Y de repente, esta vocación de quietud,
de mariposa que quiere regresar a la crisálida,
de ser viento apresado entre una caracola.
Este deseo loco
de parar,
de envolverse en la neblina,
de ignorar el llamado, la proclama,
de que los días sean
apenas una música,
una conversación con la penumbra,
un nombre que regresa navegando
entre el vaho calinoso de la sopa,
un no ser siendo hacia la gran caída.
Piedad Bonnett
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